Cáceres y Trujillo.

El lunes hicimos una visita guiada por Cáceres con un montón de turistas más, estaba bastante concurrido. Luego fuimos a comer a un restaurante cercano al hotel y después fuimos a una feria de dulces de conventos que se celebraba en una antigua iglesia y sacamos más fotos de los edificios del centro, a pesar de que el día seguía gris, lluvioso y poco apropiado para la fotografía. Cenamos en el mismo restaurante de la primera noche y luego nos fuimos a dar un paseo de despedida por el casco antiguo. Justo en ese momento, empezó a llover otra vez. Primero, flojo, y después ya, diluvio universal, lo que hizo que volviéramos caladas al hotel.

Palacio de los golfines, Cáceres.

A la mañana siguiente nos dirigimos a Trujillo, que también visitamos bajo la lluvia, para no perder la costumbre. Un amigo me había recomendado comer en un restaurante concreto pero, cuando llegamos a las 2 pm, había cola por toda la escalera que subía al primer piso y de ahí hasta la calle, pasando por toda la planta baja, cuya barra estaba a rebosar. Es que ni una tapa nos podíamos pedir allí con la selva humana que se apretujaba en cada milímetro de espacio. Así que, nos fuimos al restaurante de al lado y estuvo muy bien porque comimos en un amplio salón con vistas a la plaza, no había mucha gente y, por tanto, poco ruido, era una zona de no fumadores y la comida era muy buena.

Plaza de Trujillo.

A partir de ahí, vino la incertidumbre de no saber muy bien qué carretera tomar para llegar hasta la nacional 430 en dirección a Ciudad Real, pero, como he contado en un post anterior, valió la pena perdernos y descubrir paisajes verdes impresionantes y grullas sobrevolando el coche. Llegamos a la nacional justo cuando estaba anocheciendo y apenas había tráfico, sólo algunos camiones con los que nos cruzábamos porque iban en sentido opuesto. Volvió a empezar a llover y las noticias en la radio hablaban de inundaciones por Ciudad Real, lo cual no nos hizo mucha gracia, pero, afortunadamente, conseguimos llegar sanas y salvas a Almagro y encontrar el hotel, que era el mejor de todo el viaje. Feliz 2011 y espero que en este año que empieza tenga la oportunidad de viajar tanto como en el anterior.